La alianza es poderosa

 

Por : Florencia Fuensalida | Directora, Mejora de la Equidad

Ahora es el momento de reflexionar sobre lo que significa ser un verdadero aliado y lo que realmente exige de nosotros. ¿Qué tipo de mundo queremos ayudar a crear? ¿Cómo queremos que sean nuestras comunidades? ¿Y cómo queremos que se cuide y apoye a nuestros vecinos, especialmente a los que han sido marginados históricamente?

En el último año, hemos sido testigos de restricciones sin precedentes en la financiación y los programas diseñados para mejorar las comunidades que durante mucho tiempo se han enfrentado a desigualdades sistémicas. En todo el país, se está presionando a organismos públicos y organizaciones comunitarias para que abandonen iniciativas que antes se consideraban fundamentales para la justicia y la inclusión. Muchos temen ofrecer los tipos de programas y asociaciones que recientemente han sido objeto de escrutinio.

Pero la verdadera alianza nunca se ha basado en la comodidad o la conveniencia. A menudo requiere que nos mantengamos firmes en nuestros valores, incluso cuando nos parece arriesgado hacerlo. La pregunta que debemos hacernos es sencilla, pero profunda: ¿Seguimos dando la cara cuando es difícil?

Hoy en día, el aliadismo debe ser algo más que una declaración: debe ser una práctica sostenida. Se trata de mantener relaciones de confianza a largo plazo con las comunidades a las que servimos. Se trata de escuchar profundamente, responder con atención y garantizar que todas las personas se sientan vistas, valoradas y seguras para pedir ayuda.

El cambio real se produce cuando tanto las instituciones como las personas se comprometen de forma coherente y valiente. Debemos seguir organizándonos, colaborando y haciendo el trabajo que siempre hemos hecho, basados en la creencia de que todo prójimo merece dignidad, oportunidades y respeto.

Porque la medida de nuestro compromiso no es cómo actuamos cuando es fácil, sino cómo persistimos cuando lo que está en juego es más importante.


 
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