LA OPRESIÓN ES INSIDIOSA PERO EL AUTORITARISMO CARECE DE INSPIRACIÓN

 

Por : Dra. Lauren Whitehurst | Neurocientífica cognitiva

Hace unos días, escribir sobre la alegría me parecía inimaginable. Estaba aturdido y apático, o eso creía. Mi mente estaba inundada con las inquietantes imágenes de estudiantes manifestantes secuestrados y desaparecidos; sus derechos de la Primera Enmienda violados. Las universidades de todo el país se enfrentaban a ataques sin precedentes contra la libertad académica, mientras se ponía en pausa la investigación vital para proteger nuestro medio ambiente y la salud de la comunidad. Este aluvión, unido a la amenaza constante de políticas federales que perjudican a los más vulnerables de entre nosotros, me produjo una abrumadora sensación de agotamiento, frustración y rabia. Mi instinto de retraerme, de quedarme dentro y evitar el caos, no me pareció egoísta, sino de autopreservación. Necesitaba volver a conectar conmigo misma, hablar con mis seres queridos, respirar y apagar el ruido exterior. Y así lo hice. 

En este viaje interior, descubrí algo profundo. Aunque esperaba encontrar ansiedad y tensión, en su lugar hallé una calma inesperada, tanto en mí como en la comunidad. No apatía, sino serena fortaleza, disposición para la acción. Esto me llevó a explorar por qué, ante tal terror, sentía esta extraña sensación de tranquilidad emocional.

 Permítanme que me presente: Soy la Dra. Lauren Whitehurst, PhD. Sí, el apellido no es una coincidencia: soy la hermana menor de Lea Whitehurst-Gibson, Directora Ejecutiva de VACV. Desde que tengo uso de razón, Lea y yo hemos pasado incontables horas desentrañando las complejidades de la experiencia humana, explorando lo que significa prosperar en comunidad. Mientras Lea se ha dedicado a la organización comunitaria, yo he dedicado casi 15 años a estudiar la mente y el cuerpo humanos. Mi interés se centra en comprender cómo el contexto social determina nuestra salud mental y física, y cómo las desventajas estructurales y el estrés crónico afectan a nuestro bienestar. Investigo cómo las comunidades pueden informar sobre cuestiones de investigación y aportar ideas sobre intervenciones eficaces para desmantelar la opresión sistémica. 

Así que, en mi exploración de esta calma colectiva en medio de tantos conflictos, dejé que mi cerebro recordara. La memoria es un aspecto poderoso de la experiencia humana. Nuestros cerebros están diseñados para retener información importante, lo que nos permite recordar lecciones esenciales cuando más las necesitamos. Al enfrentarme a mi desesperación, mi búsqueda interna y las conexiones con mis seres queridos me trajeron recuerdos que me ayudaron a contextualizar mis emociones.

  • La primera lección que recordé es que los seres humanos cumplimos ciclos y nos regeneramos. Nunca estamos estancados, aunque las condiciones externas sean obstinadas. La frustración, la tristeza y la ira nunca fueron estados permanentes; el cambio emocional siempre estaba en el horizonte. 

  • La segunda lección es que la opresión es insidiosa, pero el autoritarismo carece de inspiración. La libertad es lo que nos alimenta. Mi sensación de calma estaba marcada por nuestra disposición colectiva a perseguir nuestra propia liberación. Las conversaciones con mis colaboradores y seres queridos empezaron con un "Allá vamos", evolucionaron hacia un "Sabíamos que esto iba a pasar" y concluyeron con un "Ya lo tenemos; acércate si necesitas un recordatorio del impulso que ya hemos creado". 

  • La última lección que recordé es que nuestros cerebros prosperan en la resolución de problemas cuando están equipados con los recursos necesarios. Mis sentimientos de frustración y rabia me recordaron los claros retos a los que nos enfrentamos. Reconocer estas emociones me permitió aprovechar mis recursos internos y los de la comunidad, lo que me produjo una sorprendente sensación de calma. Mi comunidad se convirtió en mi fortaleza, recordándome que estamos preparados y unidos en nuestra misión, listos para aplicar estrategias de liberación y seguir adelante.

 Hoy, una semana después de experimentar ese ataque de estrés y retraimiento, mi calma ha allanado el camino a la alegría. Esta alegría es una regeneración de la ira y la frustración, reforzada por la resistencia de nuestra comunidad ante la adversidad, que nos impulsa hacia la innovación, la creatividad y la resolución de problemas necesarios para afrontar este momento.

 
VACV